A
25 años del fallecimiento de Borges
Jorge
Luis Borges
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Foto
de Jorge Luis Borges tomada en 1969
en L'Hôtel (París),
lugar donde murió Oscar
Wilde y donde el mismo Borges
manifestó su deseo de morir.
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Nacimiento
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24
de agosto de 1899
Buenos
Aires, Argentina
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Defunción
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14
de junio de 1986
(86 años)
Ginebra,
Suiza
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Ocupación
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ensayista,
traductor,
crítico,
bibliotecario,
profesor
y editor
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Nacionalidad
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Argentina
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Período
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Siglo
XX
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Género
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cuento,
ensayo
y poesía
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-
-
-
La
Biblia,
la Cábala,
Homero,
Las
mil y una noches,
Dante,
Cervantes,
Quevedo,
Gottfried
Leibniz, Swift,
Berkeley,
Swedenborg,
David
Hume, Jan
Potocki, Søren
Kierkegaard, Arthur
Schopenhauer, Heinrich
Heine, Lewis
Carroll, Edgar
Allan Poe, Walt
Whitman, Thomas
De Quincey, Robert
Louis Stevenson,
Thomas
Carlyle, Rudyard
Kipling, James
Joyce, León
Bloy, Paul
Valéry, Marcel
Schwob, H.G.
Wells, Franz
Kafka, G.
K. Chesterton, Alfonso
Reyes, Macedonio
Fernández, Adolfo
Bioy Casares, Rafael
Cansinos Assens,
Oscar
Wilde, Snorri
Sturluson, Leopoldo
Lugones
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Firma
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Jorge
Francisco Isidoro Luis Borges (Buenos
Aires, 24 de agosto de 1899 – Ginebra,
14 de junio de 1986) fue un escritor
argentino,
uno de los autores más destacados de la literatura
del siglo
XX. Publicó ensayos
breves, cuentos
y poemas.
Su obra, fundamental en la literatura y en
el pensamiento humano, ha sido objeto de
minuciosos análisis y de múltiples
interpretaciones, trasciende cualquier
clasificación y excluye cualquier tipo de
dogmatismo.[1]
Es considerado como uno de los eruditos más
grandes del siglo
XX, lo cual no impide que la lectura de
sus escritos suscite momentos de viva emoción
o de simple distracción. Ontologías fantásticas,
genealogías sincrónicas, gramáticas utópicas,
geografías novelescas, múltiples historias
universales, bestiarios lógicos, silogismos
ornitológicos, éticas narrativas, matemáticas
imaginarias, thrillers teológicos,
nostálgicas geometrías y recuerdos
inventados son parte del inmenso paisaje que
las obras de Borges ofrece tanto a los
estudiosos como al lector casual. Y sobre
todas las cosas, la filosofía, concebida
como perplejidad, el pensamiento como
conjetura, y la poesía, la forma suprema de
la racionalidad. Siendo un literato puro
pero, paradójicamente, preferido por los
semióticos, matemáticos, filólogos, filósofos
y mitólogos, Borges ofrece — a través de
la perfección de su lenguaje, de sus
conocimientos, del universalismo de sus
ideas, de la originalidad de sus ficciones y
de la belleza de su poesía — una obra que
hace honor a la lengua española y la mente
universal.[2]
Ciego a los 55 años, personaje polémico,
con posturas políticas que le impidieron
ganar el Premio
Nobel de Literatura[3]
[4]
al que fue candidato durante casi treinta años,
Borges siempre soñó con que la posteridad
le perdonara sus errores y le concediera la
gloria de que se lo recordase por sus
mejores textos.
«Que
un individuo quiera despertar en otro
individuo recuerdos que no pertenecieron más
que a un tercero, es una paradoja
evidente. Ejecutar con despreocupación
esa paradoja, es la inocente voluntad de
toda biografía.» J.L.Borges[5]
Biografía
Primeros
años
Borges
consideraba que había heredado dos
tradiciones de sus antepasados: una militar
y otra literaria. Su árbol
genealógico lo entronca con ilustres
familias argentinas de estirpe criolla y
anglosajona, como también portuguesa.
Desciende de varios militares que tomaron
parte activa en la Independencia
Argentina, como Francisco
Narciso de Laprida, que presidió el Congreso
de Tucumán y firmó el Acta
de la Independencia; Francisco
Borges Lafinur -su abuelo
paterno- fue un coronel uruguayo; Edward
Young Haslam -su bisabuelo
paterno- fue un poeta romántico que editó
uno de los primeros periódicos ingleses del
Río de Plata, el Southern Cross; Manuel
Isidoro Suárez -su bisabuelo materno-
fue un coronel que luchó en las guerras de
la Independencia; Juan
Crisóstomo Lafinur -su tío abuelo
paterno- fue un poeta argentino autor de
composiciones románticas y patrióticas y
profesor de Filosofía; Isidoro
de Acevedo Laprida -su abuelo
materno- fue un militar que luchó contra Juan
Manuel de Rosas.[6]
Su padre, Jorge
Guillermo Borges, fue un abogado
argentino, nacido en la provincia de Entre
Ríos, que se dedicó a impartir clases
de psicología.
Era un ávido lector y tenía aspiraciones
literarias que concretó en una novela, El
caudillo, y algunos poemas; además
tradujo a Omar
Jayyam de la versión inglesa de Edward
Fitzgerald. Para 1970, Jorge Luis Borges
recordaba con estas palabras a su padre: «El
me reveló el poder de la poesía: el hecho
de que las palabras sean no sólo un medio
de comunicación sino símbolos mágicos y música».[7]
Su madre, Leonor
Acevedo Suárez, era uruguaya.
Aprendió inglés
de su marido y tradujo varias obras de esa
lengua al español. La familia de su padre
tenía orígenes españoles,
portugueses
e ingleses;
la de su madre, españoles y posiblemente
portugueses. En su casa se hablaba tanto en
español como en inglés.[8]
Borges nació el 24
de agosto de 1899
a los ocho meses de gestación, en una típica
casa porteña
de fines del siglo
XIX, con patio
y aljibe,
dos elementos que se repetirán como un eco
en sus poesías. Su casa natal estaba
situada en la calle Tucumán 840, pero su
infancia transcurrió un poco más al norte,
en la calle Serrano 2135 del barrio de Palermo.
La relación de Borges con la literatura
comenzó a muy temprana edad, siendo que a
los cuatro años ya sabía leer y escribir.
Debido a que en su casa se hablaba tanto
español como inglés, Borges creció como
bilingüe.[8]
[9]
Mapa
de la Ciudad
de Buenos Aires en 1888. La
infancia de Borges transcurrió en Palermo,
un barrio que por aquella época se
hallaba en los márgenes de la ciudad.
En
1905
comenzó a tomar sus primeras lecciones con
una institutriz británica.[a]
Al año siguiente escribió su primer
relato, La visera fatal, siguiendo páginas
del Quijote.
Además, esbozó en inglés un breve ensayo
sobre mitología
griega. A los nueve años tradujo del
inglés El príncipe feliz, de Oscar
Wilde, texto que se publicó en el periódico
El País rubricado por Jorge
Borges (h).[9]
En el barrio de Palermo, que por aquella época
era un barrio marginal de inmigrantes y cuchilleros,
conoció las andanzas de los compadritos
que después poblaron sus ficciones. Borges
ingresó al colegio directamente en el
cuarto grado.[10]
El inicio de su educación formal a los 9 años
y en una escuela pública fue una
experiencia traumática para Borges, los
compañeros se mofaban de aquel sabelotodo,
que llevaba anteojos, vestía como un niño
rico, no se interesaba por los deportes y
hablaba tartamudeando. Durante los cuatro años
de su permanencia en ese colegio, Borges no
aprendió mucho más que algunas palabras en
lunfardo
y varias estrategias para pasar
desapercibido.[11]
En 1914
el padre de Borges se vio obligado a dejar
su profesión, jubilándose de profesor
debido a la misma ceguera progresiva y
hereditaria que décadas más tarde afectaría
también a su hijo. Junto con la familia, se
dirigió a Europa
para someterse a un tratamiento oftalmológico
especial. Para refugiarse de la Primera
Guerra Mundial, la familia se instaló
en Ginebra
(Suiza),
donde el joven Borges y su hermana Norah
—nacida en 1902— asistirían a la
escuela. Borges estudió francés y cursó
el bachillerato en el Liceo
Jean Calvin.[10]
El ambiente en aquel establecimiento de
inspiración protestante era completamente
distinto al de su anterior escuela de
Palermo, sus compañeros, muchos de ellos
extranjeros como él, apreciaban ahora sus
conocimientos e inteligencia y no se
burlaban de su tartamudez.[12]
Durante esa época leyó sobre todo a los
prosistas del Realismo
francés y a los poetas expresionistas
y simbolistas,
especialmente a Rimbaud.
A la vez, descubrió a Schopenhauer,
a Nietzsche,
a Carlyle
y a Chesterton.
Con la sola ayuda de un diccionario aprendió
por sí mismo el alemán
y escribió sus primeros versos en francés.[10]
Gracias al fin de las hostilidades y después
del fallecimiento de la abuela materna, la
familia Borges marchó a España
en 1919. Inicialmente se instalaron en Barcelona
y luego se trasladaron a Palma
de Mallorca. En esta última ciudad
Borges escribió dos libros que no publicó:
Los ritmos rojos, poemas de elogio a
la Revolución
rusa, y Los naipes del tahúr, un
libro de cuentos. En Madrid
y en Sevilla
participó del movimiento literario ultraísta,
que luego encabezaría en Argentina y que
influiría poderosamente en su primera obra
lírica. Colaboró con poemas y en la crítica
literaria en las revistas Ultra, Grecia,
Cervantes, Hélices y Cosmópolis.
Su primera poesía, Himno al mar,
escrita en el estilo de Walt
Whitman, fue publicada en la revista Grecia
el 31 de diciembre de 1919.[13]
Oh
mar! oh mito! oh largo lecho!
Y sé por qué te amo. Sé que somos muy
viejos.
Que ambos nos conocemos desde siglos.
Sé que en tus aguas venerandas y rientes
ardió la aurora de la Vida.
(En la ceniza de una tarde terciaria vibré
por primera vez en tu seno).
Oh proteico, yo he salido de ti.
¡Ambos encadenados y nómadas;
Ambos con un sed intensa de estrellas;
Ambos con esperanzas y desengaños;
Ambos, aire, luz, fuerza, oscuridades;
Ambos con nuestro vasto deseo y ambos con
nuestra grande miseria.[13]
En
esta época conoció a su futuro cuñado, Guillermo
de Torre, y a algunos de los principales
escritores españoles de la época, como Rafael
Cansinos-Assens —a quien frecuentaba
en el famoso Café Colonial y a quien
siempre consideró su maestro— Ramón
Gómez de la Serna, Valle
Inclán y Gerardo
Diego.[10]
Inicios
de su carrera literaria
El
4
de marzo de 1921,
junto con su abuela paterna —Frances
Haslam, quien se les había unido
en Ginebra en 1916—
sus padres y su hermana, Borges embarcó en
el puerto de Barcelona
en el Reina Victoria Eugenia, que los
devolvería a Buenos
Aires. En el puerto los esperaba el
escritor, filósofo de la paradoja y
humorista surreal Macedonio
Fernández, cuya amistad Borges habría
de heredar de su padre. El contacto con
Buenos Aires llevó al poeta a una relación
exaltada de «descubrimiento» con su ciudad
natal. Así comenzó a dar forma a la
mitificación de los barrios suburbanos,
donde asentaría parte de su constante
idealización de lo real. Ya en Buenos
Aires publicó en la revista española Cosmópolis,
fundó la revista mural Prisma (de la
que sólo se publicaron dos números) y
también publicó en Nosotros,
dirigida por Alfredo
Bianchi. Por esa época conoció
a Concepción
Guerrero, una joven de dieciséis años
de quien se enamoró. En 1922
visitó a Leopoldo
Lugones junto a Eduardo
González Lanuza para entregarle el último
número de Prisma. En agosto de 1924
fundó la revista ultraísta Proa
junto con Ricardo
Güiraldes, autor de Don
Segundo Sombra; Alfredo Brandán
Caraffa y Pablo
Rojas Paz, aunque paulatinamente
iría abandonando esa estética.[10]
[14]
En 1923,
en víspera de un segundo viaje a Europa,
Borges publicó su primer libro de poesía, Fervor
de Buenos Aires, en el que se
prefigura, según palabras del propio
Borges, toda su obra posterior. Fue una
edición preparada apuradamente, en la que
se colaron algunas erratas y que, además,
carecía de prólogo.
Para la tapa su hermana Norah realizó un
grabado. Se editaron unos trescientos
ejemplares; los pocos que se conservan son
considerados tesoros por los bibliófilos y
en algunos se aprecian correcciones
manuscritas realizadas por el mismo Borges.
En Fervor de Buenos Aires es donde
emotivamente confesó que, finalmente, «las
calles de Buenos Aires/ya son mi entraña».
Son treinta y tres poemas tan heterogéneos
que aluden a un juego de cartas (el truco),
o al tirano Juan
Manuel de Rosas, o a la exótica Benarés;
sin ahorrar el espacio para solazarse en un
patio anónimo de Buenos Aires, «en la
amistad oscura/ de un zaguán, de una parra
y de un aljibe». Sobre el espíritu de
este libro ha escrito Borges que «en
aquel tiempo buscaba los atardeceres, los
arrabales y la desdicha».[14]
Después de un año en España e instalado
definitivamente en su ciudad natal a partir
de 1924, Borges colaboró en algunas
revistas literarias y con dos libros
adicionales, Luna
de enfrente e Inquisiciones
—que nunca reeditó— establecería para 1925
su reputación de jefe de la más joven
vanguardia. En los siguientes treinta años
Borges se transformaría en uno de los más
brillantes y más polémicos escritores de América.
Cansado del ultraísmo que él mismo había
traído de España, intentó fundar un nuevo
tipo de regionalismo, enraizado en una
perspectiva metafísica de la realidad.
Escribió cuentos y poemas sobre el suburbio
porteño, sobre el tango,
sobre fatales peleas de cuchillo, como Hombre
de la esquina rosada y El
puñal. Pronto se cansó
también de este «ismo» y empezó a
especular por escrito sobre la narrativa
fantástica o mágica, hasta el punto de
producir durante dos décadas —desde 1930
a 1950— algunas de las más
extraordinarias ficciones del siglo
XX: Historia
universal de la infamia, Ficciones,
El
Aleph, entre otros.[8]
[9]
Más tarde colaboró, entre otras
publicaciones, en Martín
Fierro, una de las revistas clave de
la historia de la literatura
argentina de la primera mitad del siglo
XX. No obstante su formación europeísta,
reivindicó temáticamente sus raíces
argentinas, y en particular porteñas, en
poemarios como Fervor
de Buenos Aires (1923), Luna
de enfrente (1925) y Cuaderno
de San Martín (1929).
Compuso letras de tangos
y milongas,
si bien rehuyó «la sensiblería del
inconsolable tango-canción» y el manejo
sistemático del lunfardo,
que «infunde un aire artificioso a las
sencillas coplas». En sus letras y algunos
relatos se narran las dudosas hazañas de
los cuchilleros y compadres, a los que
muestra en toda su despojada brutalidad
aunque dentro de un clima trágico,
cuando no casi épico.
En
1930
Borges publicó el ensayo Evaristo
Carriego y prologó una exposición
del pintor uruguayo Pedro
Figari. Además, conoció a un joven
escritor de solo 17 años, que luego sería
su amigo y con el que publicaría numerosos
textos, Adolfo
Bioy Casares.[15]
En el primer número de la revista Sur,
dirigida por Victoria
Ocampo, Borges colaboró con un artículo
dedicado al coronel Ascasubi.
En este primer número, publicado en 1931,
también contribuyeron la propia Victoria
Ocampo, Waldo
Frank, Alfonso
Reyes Ochoa, Jules
Supervielle, Ernest
Ansermet, Walter
Gropius, Ricardo
Güiraldes y Pierre
Drieu la Rochelle.[9]
Borges publicó dos años más tarde una
colección de ensayos y crítica
literaria titulada Discusión,
la que abarca temas tan diversos como la poesía
gauchesca, la Cábala,
temas filosóficos, el arte narrativo y
hasta su opinión sobre clásicos del cine.
El 12 de agosto de 1933
comenzó a dirigir, junto con Ulyses
Petit de Murat, la Revista
Multicolor de los Sábados,
suplemento cultural impreso a color del
diario populista Crítica
que duraría hasta octubre de 1934.[16]
En 1935
editó Historia
universal de la infamia, una serie
de relatos breves, entre ellos, Hombre
de la esquina rosada.[17]
Allí sigue interesado en el perfil mítico
de Buenos Aires iniciado en Evaristo
Carriego. Al año siguiente se
publicaron los ensayos de Historia
de la eternidad, donde —entre
otros temas— Borges indaga sobre la metáfora.
En la revista quincenal El
Hogar, comenzó a publicar la
columna de crítica de libros y autores
extranjeros hasta 1939.
Allí publicó quincenalmente gran cantidad
de reseñas bibliográficas, biografías
sintéticas de escritores y ensayos. Colaboró
también en la revista Destiempo,
editada por Adolfo Bioy Casares y Manuel
Peyrou, con ilustraciones de Xul
Solar. Para la editorial
Sur tradujo A Room of One’s
Own, de Virginia
Woolf y al año siguiente la novela Orlando
de la misma autora. En 1937
publicó Antología
clásica de la literatura argentina.
El Borges vanguardista y más tarde terruñero
pasó, en la década de los 30, al Borges de
la revista Sur, con su cosmopolitismo
de alto vuelo; al Borges metafísico que
especuló sobre el tiempo y el espacio y lo
infinito, la vida y la muerte y si hay
destino para el hombre; al Borges que hace
alardes de erudición y que ya pergeña sus
celebérrimos textos trampa:
comentarios exhaustivos, por ejemplo, de
libros que no existen, o relatos que juntan
y mezclan lo real con lo ficticio. También
se percibe un cambio en materia de estilo,
una labor de poda en las prosas y los
metros, que pasan a ser más clásicos, más
nítidos, más sencillos.[18]
Los años finales de esta década fueron
funestos para Borges: primero vino la muerte
de la abuela Fanny; después, la del padre,
precedida de una muy lenta y penosa agonía.[19]
Borges se vio arrojado de una vez pero
contundentemente al mundo de los adultos
responsables. Tenía que hacer lo que todos
hacían desde edades bastante más
tempranas: trabajar, sacar adelante una
familia. En esto tuvo suerte: con la ayuda
del poeta Francisco
Luis Bernárdez, consiguió en 1938
un empleo en la biblioteca municipal Miguel
Cané del barrio porteño de Almagro.
En esta poco concurrida biblioteca pudo
seguir haciendo lo que solía, pasarse los días
entre libros, leyendo y escribiendo.[18]
Después, el mismo Borges sufrió un grave
accidente, al golpearse la cabeza con una
ventana, lo que lo llevó al borde de la
muerte por septicemia
y que, oníricamente, reflejará en su
cuento El
sur. En la convalecencia
escribió el cuento Pierre
Menard, autor del Quijote. Esos sueños
de convaleciente le sirvieron para escribir
páginas espléndidas; fantasiosas pero
tramadas por su inconfundible mente de
siempre, lúcida y penetrante. Borges salió
del trance afianzado en la idea que venía
rumiando desde hacía tiempo: que la
realidad empírica es tan ilusoria como el
mundo de las ficciones, pero inferior a éste,
y que sólo las invenciones pueden
suministrarnos herramientas cognoscitivas
confiables.[20]
En 1940
publicó Antología
de literatura fantástica, en
colaboración con Bioy Casares y Silvina
Ocampo, quienes ese mismo año
contrajeron matrimonio, siendo Borges el
testigo de su boda. Prologó, además, el
libro de Bioy Casares La
invención de Morel.[8]
[16]
Publicó en 1941 Antología
Poética Argentina y editó
el volumen de narraciones El
jardín de senderos que se bifurcan,
obra con la que se hizo acreedor al Premio
Nacional de Literatura. Al año
siguiente apareció Seis
problemas para don Isidro Parodi,
libro de narraciones que escribió en
colaboración con Bioy Casares. Lo firmaron
con el seudónimo «H. Bustos Domecq», el
cual proviene de «Bustos», un bisabuelo cordobés
de Borges, y «Domecq», un bisabuelo de
Bioy Casares. Bajo el título Poemas
(1923-1943) reunió en 1943
la labor poética de sus tres libros más
los poemas publicados en el diario La
Nación y en la revista Sur.
Presentó, junto con Bioy Casares, la
antología Los mejores cuentos policiales.
Para esta época, Borges ya había logrado
un espacio en el reducido círculo de la
vanguardia literaria argentina. Su obra Ficciones
recibió el Gran Premio de Honor de la Sociedad
Argentina de Escritores (SADE). En sus páginas
se halla Tlön,
Uqbar, Orbis Tertius, sobrecogedora
e insuperable metáfora del mundo.[16]
En una reunión en la casa de Bioy Casares y
Silvina Ocampo, Borges conoció en agosto de
1944 a Estela
Canto, una joven atractiva, inteligente,
cultivada y poco convencional, que llamó su
atención —acostumbrado a tratar en los círculos
literario y social con mujeres
convencionales de la clase media o alta— y
de quien se enamoró sin ser correspondido.
Estela era una mujer vanidosa y hasta su
muerte se ufanaba de haber conquistado el
amor, y después la amistad de Borges, así
como de haber sido la destinataria de una
colección de cartas de amor que mostraban
hasta qué punto el autor de Ficciones,
que detestaba el sentimentalismo en la
literatura, podía ser profundamente
sentimental en la vida.[21]
En su libro de memorias, Canto escribió:
La
actitud de Borges me conmovía. Me gustaba
lo que yo era para él, lo que él veía
en mí. Sexualmente me era indiferente, ni
siquiera me desagradaba. Sus besos torpes,
bruscos, siempre a destiempo, eran
aceptados condescendientemente. Nunca
pretendí sentir lo que no sentía[22]
La
figura de Estela le inspiró a Borges
ciertos aspectos de El
Aleph, uno de sus mejores cuentos.
El le dedicó a ella ese relato y le regaló
el manuscrito original, el cual Estela hizo
subastar cuatro décadas más tarde en Sotheby
y fue vendido en más de 25.000 dólares[21]
a la Biblioteca
Nacional de España.[23]
Desafiando a su madre, para quien Estela era
una desclasada, Borges le propuso
casamiento. Ese amor no consumado, siempre
agónico, terminó de morir hacia fines de
1952.[24]
En colaboración con Silvina
Bullrich publicó El
compadrito en 1945.
Junto con Bioy Casares publicó en 1946
Un
modelo para la muerte
utilizando el seudónimo «B. Suárez Lynch»
y, como H. Bustos Domecq, Dos
fantasías memorables,
volumen de historias de suspenso policial.
Borges aclaró posteriormente que «Suárez»
provenía de su abuelo y que «Lynch»
representaba el lado irlandés de la familia
de Bioy. Fundó y dirigió la revista Los
Anales de Buenos Aires (que
concluiría, tras 23 números, en diciembre
de 1948). En la publicación, Borges y Bioy
colaboraron con un nuevo seudónimo: «B.
Lynch Davis». Entre 1947
y 1948
editó el ensayo Nueva
refutación del tiempo y publicó
sus Obras Escogidas. En 1949
se editó su célebre obra narrativa El
Aleph, libro de género
fantástico y que para la crítica es
casi unánimemente su mejor colección de
relatos.[25]
En 1946 Juan
Domingo Perón fue elegido presidente,
venciendo así a la Unión
Democrática. Borges, que había apoyado
a ésta última, se manifestaba abiertamente
en contra del nuevo gobierno. Su fama de antiperonista
lo acompañó toda su vida. Respecto al
nuevo gobierno, que Borges consideraba una
dictadura, manifestó:
Las
dictaduras fomentan la opresión, las
dictaduras fomentan el servilismo, las
dictaduras fomentan la crueldad; más
abominable es el hecho de que fomenten la
idiotez. Botones que balbucean
imperativos, efigies de caudillos, vivas y
mueras prefijados, ceremonias unánimes,
la mera disciplina usurpando el lugar de
la lucidez... Combatir estas tristes
monotonías es uno de los muchos deberes
del escritor ¿Habré de recordar a los
lectores del Martín
Fierro y de Don
Segundo Sombra que el
individualismo es una vieja virtud
argentina?
Borges
se sintió obligado a renunciar a su empleo
como bibliotecario cuando fue designado «Inspector
de mercados de aves de corral» por el
gobierno. Su madre y su hermana, también
antiperonistas, fueron detenidas por la
policía.[b]
Borges fue llevado por la necesidad a
convertirse en conferencista itinerante por
diversas provincias argentinas y Uruguay.
Para ello, debió superar su tartamudez y su
timidez con ayuda médica. La necesidad
también lo llevó a iniciarse en la tarea
docente como profesor de literatura
inglesa en el Instituto
Libre de Segunda Enseñanza y, más
tarde, en la Universidad
Católica.[25]
Madurez
Jorge
Luis Borges en 1951.
Los
albores de la década de 1950 marcaron el
inicio del reconocimiento de Borges dentro y
fuera de Argentina. La Sociedad
Argentina de Escritores lo nombró
presidente en 1950,
cargo al que renunciaría tres años más
tarde. Dictó conferencias en la Universidad
de la República de Uruguay, donde
apareció su ensayo Aspectos de la
literatura gauchesca. Editó en México
Antiguas literaturas germánicas,
escrito en colaboración con Delia
Ingenieros. También en ese mismo
año se publicó en París la primera
traducción francesa de su narrativa (Fictions)
y en Buenos Aires la serie de cuentos La
muerte y la brújula. En 1952
aparecieron los ensayos de Otras
inquisiciones y se reeditó un ensayo
sobre lingüística porteña titulado El
idioma de los argentinos, junto con El
idioma de Buenos Aires de José
Edmundo Clemente. Apareció también
la segunda edición de El Aleph, con
nuevos cuentos. Algunas narraciones de este
libro fueron traducidas al francés por Roger
Caillois y publicadas en París en 1953
con el nombre de Labyrinthes. Ese año
Borges publicó El Martín Fierro,
ensayo que tuvo una segunda edición dentro
del año. Bajo el cuidado de José Edmundo
Clemente, la editorial Emecé comenzó a
publicar sus Obras Completas. En 1954
el director cinematográfico Leopoldo
Torre Nilsson dirigió el film Días
de odio, basado en el cuento de Borges Emma
Zunz.[26]
Tras un golpe militar —denominado Revolución
Libertadora— que derrocó al gobierno
peronista, Borges fue elegido en 1955
director de la Biblioteca
Nacional, cargo que ocuparía por
espacio de 18 años. En diciembre de ese
mismo año fue designado miembro de la Academia
Argentina de Letras. Publicó Los
orilleros, El paraíso de los
creyentes, Cuentos breves y
extraordinarios, Poesía gauchesca,
La hermana Eloísa y Leopoldo
Lugones. Se le confirmó, además, en la
cátedra de Literatura Alemana y, luego,
como director del Instituto de Literatura
Alemana en la Facultad
de Filosofía y Letras de la Universidad
de Buenos Aires. La revista Ciudad
le dedicó un volumen crítico y bibliográfico
sobre su obra. Apareció Ficciones en
italiano, bajo el título La Biblioteca
di Babele. Tras varios accidentes y
algunas operaciones, un oftalmólogo le
prohibió leer y escribir. Aunque aún
distinguía luces y sombras, esta prohibición
cambió profundamente su práctica
literaria. Borges se fue quedando ciego como
consecuencia de la enfermedad congénita que
había ya afectado a su padre. El hecho no
fue repentino («Se ha extendido desde 1899
sin momentos dramáticos, un lento crepúsculo
que duró más de medio siglo»),[27]
sino que más bien se trató de un proceso;
como fuere, esto no le impidió seguir con
su carrera de escritor, ensayista y
conferencista, así como tampoco significó
para él el abandono de la lectura —hacía
que le leyesen en voz alta— ni del
aprendizaje de nuevas lenguas.[26]
El haber sido nombrado director de la
Biblioteca Nacional y, en el mismo año,
comprender la profundización de su ceguera
fue percibido por Borges como una
contradicción del destino. Él mismo lo
relató en una conferencia dos décadas más
tarde: «Poco a poco fui comprendiendo la
extraña ironía de los hechos. Yo siempre
me había imaginado el Paraíso bajo la
especie de una biblioteca. Ahí estaba yo.
Era, de algún modo, el centro de
novecientos mil volúmenes en diversos
idiomas. Comprobé que apenas podía
descifrar las carátulas y los lomos.
Entonces escribí el Poema de los dones»:[28]
Nadie
rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.[29]
En
1956
dictó el curso de literatura
inglesa en la Universidad
de Buenos Aires, fue nombrado catedrático
titular en la misma universidad, recibió un
doctorado
Honoris Causa de la Universidad
de Cuyo y fue nombrado presidente de la Asociación
de Escritores Argentinos. En Montevideo
criticó ásperamente al peronismo depuesto
y defendió a la Revolución Libertadora.
Por su adhesión al nuevo gobierno resultó
muy criticado, entre otros, por Ernesto
Sabato y Ezequiel
Martínez Estrada. Sabato y Borges
continuarían, si bien no enemistados, «separados»
por motivos políticos hasta 1973,
cuando, a raíz de un encuentro casual en
una biblioteca, Orlando
Barone resolvió promover una serie de
reuniones, en las que ambos escritores
discutieron sobre literatura, filosofía,
cine, lingüística y demás temas. El
resultado de estas reuniones fue la edición
de un libro: Diálogos: Borges-Sabato.[26]
Entre
1957
y 1960
publicó Manual
de zoología fantástica y El
Hacedor, una colección de
textos breves y poemas dedicada a Leopoldo
Lugones. Hizo una nueva actualización
de Poemas y publicó en el diario La
Nación el poema Límites. Bajo
su dirección se inició la segunda época
de la revista La Biblioteca y, en
colaboración con Bioy Casares, editó la
antología Libro del cielo y del infierno.
Sus obras continuaron traduciéndose a
varios idiomas:[30]
en este período en particular Otras
inquisiciones fue traducido al francés
bajo el título Enquétes, El
Aleph al alemán con el título Labyrinthe
y una selección de cuentos de El Aleph
y Ficciones al italiano como L'Aleph.
En este período también aparecieron los
volúmenes sexto a noveno de las Obras
Completas. Para 1960
se vinculó con el Partido
Conservador.[8]
[26]
Compartió con Samuel
Beckett, en 1961,
el Premio Internacional de Literatura
(consistente en 10 mil dólares), otorgado
por el Congreso Internacional de Editores en
Formentor, Mallorca. Este importante galardón
lo promovió internacionalmente y le ofreció
la posibilidad de que sus obras fueran
traducidas a numerosos idiomas (inglés,
francés, alemán, sueco, noruego, danés,
italiano, polaco, portugués, hebreo, farsí,
griego, eslovaco y árabe, entre otros).
Apareció su Antología personal,
editada por Sur.
Viajó junto a su madre a Estados Unidos,
invitado por la Universidad
de Texas y por la Fundación
Tinker, de Austin.
Allí dictó conferencias y cursos sobre
literatura argentina durante seis meses. En Nueva
York se editó una antología de sus
cuentos titulada Labyrinths y se
tradujo al alemán Historia universal de
la infamia. En 1962 se estrenó el film Hombre
de la esquina rosada, basado en el
cuento homónimo, que dirigió René
Mugica. Finalizó una biografía sobre
el poeta Almafuerte.
En compañía de su madre, viajó a Europa
en 1963 y ofreció numerosas conferencias.
De regreso a Buenos Aires terminó una
antología sobre Evaristo
Carriego.[31]
Jorge
Luis Borges en 1968, fotografía
tomada del libro Historia de la
Literatura Argentina Vol II
editado por el Centro Editor de América
Latina.
Con
la colaboración de María
Esther Vázquez publicó Introducción
a la literatura inglesa en 1965 y Literaturas
germánicas medievales en 1966. Al año
siguiente se editó Introducción a la
literatura norteamericana, escrito en
colaboración con Esther Zemborain y Crónicas
de Bustos Domecq, con Bioy Casares. Se
editaron, además, sus milongas y tangos en
el libro Para las seis cuerdas,
ilustrado por Héctor
Basaldúa, y su cuento La intrusa.[8]
[31]
El
21 de septiembre de 1967
Borges, de 68 años, se casó por iglesia
con Elsa
Astete Millán, viuda de 57 años.
Durante los primeros tiempos, la pareja vivió
en la casa de él, compartiendo sus días
con Leonor Acevedo. En el recuerdo de Elsa
la madre del escritor no intervino para
perjudicar la relación. No obstante, según
los amigos de Borges, los celos de Doña
Leonor eran terribles. Unos meses después
del casamiento, la pareja se mudó a un
departamento, donde hicieron por primera vez
la experiencia de vivir juntos y solos, y
allí la rivalidad entre su esposa y su
madre cobró mayor virulencia y el escritor
tuvo que empezar a visitar a escondidas a
Leonor. Esa experiencia, además, llevaría
a la pareja a enfrentar definitivamente la
realidad: la convivencia era intolerable. En
una entrevista publicada en 1993, Elsa
admitió que no fue feliz junto a Borges: «Era
introvertido, callado y poco cariñoso. Era
etéreo, impredecible. No vivía en un mundo
real».[32]
El matrimonio duró hasta octubre de 1970.
En 1968, con la colaboración de Margarita
Guerrero, publicó una ampliación
del Manual de zoología fantástica
bajo el título El libro de los seres
imaginarios. Apareció en ese año su Nueva
antología personal. Viajó a Santiago
de Chile para asistir al Congreso de
Intelectuales Antirracistas y a Europa e
Israel para pronunciar algunas conferencias.
El director Hugo
Santiago dirigió la película Invasión,
con argumento de Bioy y Borges. En 1969
ordenó y corrigió dos libros de poemas: El
otro, el mismo y Elogio de la sombra,
el cual logró dos ediciones dentro del año.
Con ilustraciones del pintor Antonio
Berni, se editó su traducción y
antología de Hojas de hierba, de Walt
Whitman. Después de algunos años sin
publicar cuentos, reunió varias narraciones
en El
informe de Brodie, libro publicado
en agosto de 1970.[8]
[31]
Sus
últimos años
Jorge
Luis Borges en 1963, ya con
dificultades en la visión.
Tumba
de Jorge Luis Borges en el cementerio
de Plain Palais, en Ginebra.
En
1971 Borges publicó en Buenos Aires el
cuento largo titulado El
congreso. Al año siguiente viajó a
Estados
Unidos, donde recibió numerosas
distinciones y pronunció conferencias en
diversas universidades. A su regreso a
Buenos Aires publicó el libro de poemas El
oro de los tigres y el 24 de
agosto, día de su cumpleaños, recibió un
homenaje singular: la publicación en forma
privada de su cuento El
otro. En 1973 fue declarado
Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos
Aires y, paralelamente, solicitó su
jubilación como director de la biblioteca
nacional. En 1973 reunió por primera vez en
un volumen sus Obras Completas,
editadas por Emecé.
Como
De Quincey y tantos otros, he sabido,
antes de haber escrito una sola línea,
que mi destino sería literario. Mi primer
libro data de 1923; mis Obras Completas,
ahora, reúnen la labor de medio siglo. No
sé que mérito tendrán, pero me place
comprobar la variedad de temas que
abarcan. La patria, los azares de los
mayores, las literaturas que honran las
lenguas de los hombres, las filosofías
que he tratado de penetrar, los
atardeceres, los ocios, las desgarradas
orillas de mi ciudad, mi extraña vida
cuya posible justificación está en estas
páginas, los sueños olvidados y
recuperados, el tiempo....La prosa convive
con el verso; acaso para la imaginación
ambas son iguales. Jorge Luis Borges.
Obras Completas. Prólogo.[33]
En
Milán, Franco
Maria Ricci publicó el cuento El
congreso en una edición lujosísima con
letras de oro. El libro de poesía La
rosa profunda y la colección
de relatos El
libro de arena se publicaron en
1975, junto con la recopilación Prólogos.
Se estrenó además la película El
muerto, sobre un cuento homónimo,
dirigida por Héctor
Olivera.
Ante una nueva victoria del peronismo,
Borges insistió en recordar al primer
gobierno de Perón como "los años de
oprobio". En 1975 falleció su madre, a
los noventa y nueve años. A partir de ese
momento Borges realizaría sus viajes junto
a una ex-alumna, luego secretaria y —por
último, en la senectud de Borges— su
segunda esposa, María
Kodama.
En 1986, al conocerse enfermo de cáncer y
temiendo que su agonía fuese un espectáculo
nacional,[34]
fijó su residencia en Ginebra,
ciudad a la que lo unía un profundo amor y
a la cual Borges había designado una de
mis patrias. El 26 de abril se casó
—por poderes— con María Kodama, según
Acta de esa fecha labrada en Colonia
Rojas Silva, Paraguay.
Falleció el 14 de junio de 1986
a los 86 años víctima de un cáncer hepático
y un enfisema
pulmonar.[35]
Obedeciendo su última voluntad, sus restos
yacen en el cementerio de Plain Palais. [c][36]
[37]
La lápida,[38]
realizada por el escultor argentino Eduardo
Longato, es de una piedra blanca
y áspera. En lo alto de su cara anterior se
lee Jorge Luis Borges y, debajo, «And
ne forhtedon na», junto a un grabado
circular con siete guerreros, una pequeña Cruz
de Gales y los años
"1899/1986".[39]
La inscripción «And ne forhtedon na»,
formulada en anglosajón,
se traduce como «Y que no temieran».
[d]
La cara posterior de la lápida contiene la
frase Hann tekr sverthit Gram okk /
legger i methal theira bert, que se
corresponde con dos versos del capítulo
veintisiete de la Saga
Volsunga (saga noruega
del siglo XIII), y se traducen como «El tomó
su espada, Gram, y colocó el metal desnudo
entre los dos». [e]
Estos dos mismos versos los utilizó también
Borges como epígrafe de su cuento Ulrica,
incluido en El
libro de arena, único relato de
amor del autor y cuyo protagonista se llama
Javier Otárola. Bajo esta segunda inscripción
aparece el grabado de una nave vikinga, y
bajo ésta una tercera inscripción: «De
Ulrica a Javier Otárola», lo que permite
interpretar esta última inscripción como
una dedicatoria de María Kodama a Jorge
Luis Borges.[36]
[40]
En febrero de 2009,[41]
se presentó un proyecto para trasladar sus
restos al cementerio porteño de la Recoleta.
Se generó una importante polémica,[42]
su viuda María Kodama se opuso rotundamente
y finalmente el proyecto quedó desechado.[43]
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